Probablemente una de las experiencias más singulares e infernales que he vivido gracias a mis inquietudes artísticas, es la asistir a un curso para aprender a realizar cortometrajes. Algo que en principio me llenaba de ilusión, porque adoro el cine, y me hacía estar como loca por empezar, acabó convirtiéndose casi en una experiencia traumática que me hizo sufrir más que disfrutar, o al menos, esa fue la fuerte sensación que tuve allá por el año 2002.
Entonces yo tenía otra edad, me tomaba las cosas de forma diferente, y además no supe entender en lo que me había metido. Digo esto porque entré a ese curso convencida de que POR FIN podría materializar todo lo que llevaba tiempo dando vueltas en la cabeza, en cuanto a lo que historias filmadas se refería, en vez de comprender que iba a lo que se va a un curso: A APRENDER; porque si ya sabes, ¿para qué te matriculas? Es así de sencillo.
Hoy en día soy capaz de ver que quise empezar la casa por el tejado;
algo que no le recomiendo a nadie, lo cante Fito Cabrales o Jesucristo
Superstar.
Las fotografías que muestro en esta publicación, son algunas del making of fotográfico que realicé mientras hacíamos los preparativos antes de filmar las secuencias para el corto. Como el presupuesto del que disponíamos era Cero Patatero, buena parte de los participantes nos vimos obligados a hacer varias labores; yo concretamente co-guionicé, co-dirigí, co-produje, hice un cameo como actriz y además se me ocurrió llevar a cabo este reportaje en plan Cómo se hizo...
El gran reto de esta sesión fue captar instantáneas que mostrasen el ambiente del rodaje y lo laborioso que resultaba, mientras nada estaba quieto a mi alrededor. El gran reto del cortometraje fue realizarlo con presupuesto CERO y con un "equipo" que no remaba en la misma dirección 😓 😥😩😖😡
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