Recuerdos de una experiencia singular: PINTAR EN UNA PLAZA DE TOROS

Érase una vez un curso-taller de pintura abstracta que tuvo lugar en Torrejón de Ardoz (Madrid) en el año 2005. Nada más lejos de ser un acto reivindicativo o excéntrico, la idea de llevarlo a cabo en una plaza de toros fue algo meramente práctico. Según me contó el que fue nuestro profesor Antonio Mosquera, cuando él propuso a los responsables de Cultura la realización del curso, ellos le preguntaron qué necesitaba para poder hacerlo, y Mosquera contestó -Un lugar grande en el que se pueda manchar y disponga de agua-. A los de Cultura se les ocurrió que la plaza de toros de la ciudad reunía esas características, y se efectuó el acuerdo. Así de sencillo.

Lo curioso es que cuando yo cogí el folleto mediante el cual se anunciaba la actividad, ni si quiera me extrañé un poco de que fuera a realizarse en un coso taurino, es más, creo que hasta me alegré de que le dieran uso con algo más que las corridas que tenían lugar durante las fiestas.
Cuando comenzamos el taller, lo primero que me llamó la atención al adentrarme en el recinto (nunca antes lo había hecho) fue ver la cantidad de salas enormes vacías que tenía. Lo recorrí alucinando y quejándome de que no se aprovecharan para nada.


Pintar en una plaza de toros es igual que disponer de un gran estudio o taller en el que poder experimentar a tus anchas con cuadros de gran formato; y la verdad es que esto me resultó un gustazo. Creo que al instante de comenzar el curso a todos los participantes se nos olvidó dónde nos encontrábamos, y de forma natural empezamos a concentrarnos en la razón por la que estábamos allí: intentar crear arte abstracto; algo que en principio parece muy fácil (de hecho todo el mundo abre la bocaza exclamando ESO TAMBIÉN LO SÉ HACER YO), pero que en muchos momentos se convirtió en una auténtica batalla, tanto en el plano físico como en el mental, ya que no es tan fácil dejar de pensar y permitir que esa “nada” cree algo satisfactorio. 


Esta actividad, que pensaba que iba a servirme para consolidar lo que creía que ya sabía hacer, acabó convirtiéndose para mí en un removedor de emociones y de creencias que no tenían más finalidad que la de obstaculizar o poner zancadillas a un proceso creativo que nunca antes había experimentado. Verdaderamente terminó siendo un desafío artístico y personal, algo de lo que aprendí muchísimo. Jamás se me pasó por la cabeza que unas clases que parecían “chupadas”, fueran a obligarme a enfrentarme a mis demonios internos. Y esto no me ocurrió solo a mí; entre el alumnado hubo varias personas que comentaron que también estaban experimentando esa “batalla”. Repito: no es fácil soltar todo a lo que llevas años aferrándote y dejarte llevar mientras pintas por la sensación de NO HAY SUELO BAJO MIS PIES 😨😱  Aunque ya ha pasado muchísimo tiempo desde que cursé aquel taller, todavía me acuerdo del vértigo; no he podido ni podré olvidar semejante experiencia. Resultó muy intensa e interesante. Me marcó y la recuerdo con cariño.

 

Hubo recompensas para quienes asistimos a esa plaza de toros con la intención de aprender y de trabajar con gran interés: gente que no había cogido un pincel en su vida se aficionó a pintar, personas que no comprendían el arte abstracto al fin entendieron, descubrimos caminos personales por los que nunca habíamos transitado, surgieron amistades, realizamos una actividad fuera de lo común que no todo el mundo tiene el privilegio de vivir, meses después organizamos una exposición en un Centro Cultural, y además varios de los cuadros que realizamos, posteriormente fueron presentados y seleccionados en el Certamen Nacional de Pintura Ciudad de Torrejón. Si tenemos en cuenta el altísimo nivel de los miembros del jurado, y observamos que nunca suelen presentarse menos de 150 obras y que solo admiten entre 30 y 40, tener un cuadro que participe en la exposición y opte al premio ES EL PREMIO. Por cierto, supongo que también fue una especie de reconocimiento que varios medios de comunicación de prensa y televisión de aquella época, informasen a nivel local sobre el “acontecimiento” artístico que estaba teniendo lugar en la plaza de toros de la ciudad. Aquí os dejo una muestra en un pdf titulado  Arte en el Coso.

 

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