Siempre digo que se puede hacer arte con cualquier cosa, y por supuesto el amor y el desamor están incluidos entre las materias primas para crear, y la siguiente historia es un testimonio de ello:
👉 Corría el año 1923 cuando el fotógrafo artista Man Ray adquirió un metrónomo a cuyo péndulo le añadió la fotografía recortada de un ojo; la creación pretendía ser una escultura surrealista enmarcada dentro de la senda que el exitoso Marcel Duchamp había creado con sus trabajos ready-made. Man Ray llamó a esta obra Objeto para ser Destruido; pero cuando en 1932 Lee Miller, pareja sentimental, ayudante, musa, modelo del artista y también fotógrafa le abandonó, Ray cayó presa de una terrible crisis.
👉 Corría el año 1923 cuando el fotógrafo artista Man Ray adquirió un metrónomo a cuyo péndulo le añadió la fotografía recortada de un ojo; la creación pretendía ser una escultura surrealista enmarcada dentro de la senda que el exitoso Marcel Duchamp había creado con sus trabajos ready-made. Man Ray llamó a esta obra Objeto para ser Destruido; pero cuando en 1932 Lee Miller, pareja sentimental, ayudante, musa, modelo del artista y también fotógrafa le abandonó, Ray cayó presa de una terrible crisis.
Sumido por la tristeza y la angustia que la ruptura le provocó, decidió reemplazar la fotografía del ojo anónimo que había agregado al metrónomo en 1923 por una del ojo de su ex- Lee Miller, y cambió el nombre de la obra por el de Objeto de Destrucción; además en la parte trasera del aparato escribió un breve manual de instrucciones que decía así: Coloca en el péndulo de un metrónomo el ojo de la persona amada a la que ya no volverás a ver. Pon en marcha el metrónomo hasta el límite de tu resistencia. Con un martillo, intenta destruirlo de un solo golpe.
Personalmente creo que Objeto de Destrucción puede darnos a entender dos cosas: tanto que el amor-desamor nos puede destruir, como que el amor-desamor es algo a lo que debemos destruir.
La propuesta de Man Ray nos invita a mirar al ojo balancearse sin fin con el continúo tic-tac de fondo para recordarnos el poder hipnótico que el amor ejerce sobre nosotros, y nos plantea hasta qué punto actuábamos embrujados por la esencia de la persona amada. Una vez hemos conseguido que la rabia por tal hecho emerja... nos invita a descargarla con un buen porrazo.
La anécdota esperpéntica sobre esta obra es que el título pareció resultar premonitorio, porque 24 años después, durante una exposición en París, un grupo de estudiantes siguió al pie de la letra las órdenes del autor y destrozaron la escultura ready-made. Lo bueno es que con el dinero que le pagó el seguro, Man Ray compró otros 100 metrónomos para re-elaborar su trabajo en serie. Eso sí, esta vez les puso el nombre opuesto; desde entonces se llaman Objeto Indestructible, quizás porque el Arte y el amor al final siempre sobreviven, ¿no? 😉