THE END. El final del período adolescente comienza cuando los pósters que decoran las paredes de tu habitación caen al mismo tiempo que la idolatría que sentías por los personajes que mostraban las fotos. Los ídolos, esos creadores de cualquier disciplina a los que admiraste, se precipitan hacia lo más profundo de un abismo del que jamás volverán a surgir cuando te das cuenta de que son como tú: de carne y hueso; que enferman, se casan y se divorcian, sienten tristeza, les salen ojeras y arrugas, y que nada, ni siquiera la más valiosa de sus obras, les salva de la insoportable levedad del ser.
Durante mucho tiempo creí que los artistas eran seres maravillosos que tenían todas las respuestas para las preguntas importantes de la vida, pero si una examina atentamente sus biografías se da cuenta que sólo son eso: personas como todas las demás; que odian, se drogan, beben, comen, respiran y se arruinan como podría hacerlo cualquiera. Ahí está Vincent Van Gogh empujado al suicidio por las turbulencias de su mente. Ahí estuvo mi cantante favorita, Janis Joplin, muerta por sobredosis antes de cumplir los 30. Ahí existió Leonardo da Vinci al que su genialidad no le salvó del final común a todos los seres vivos.
Cuando sometes a los artistas al tamiz del sentido común logras ver que las actrices más hermosas de la tierra son las mujeres a las que más veces les han puesto los cuernos; que muchos de los galanes más fascinantes del planeta son auténticos cerdos apestosos a los que una no se debería acercar; que los cantantes que vociferan en lo alto de los escenarios palabras esperanzadoras, caen presas de sus propios subterfugios; que los pensadores que parecen poseer todas las respuestas a las cuestiones importantes, proclaman más su filosofía existencial de lo que la practican. Casi todos los artistas son una mentira, una falacia preciosa para un mundo repleto de verdades feas e indigeribles. Aunque confesaré que hubo un tiempo en el que creí muchísimo en ellos; quería ser como ellos. Pero ya no puedo, porque la mayoría de los grandes genios de las Artes, son unos patanes en la vida.
¡¡¡¿¿¿CÓMO ESTÁN USTEDES???!!! ¡¡¡¡BIEEEEEN!!!! Bien, así es como estábamos: confiados y llenos de ilusiones. ¿Cómo estamos ahora? Hipotecados hasta los huesos y pendientes de más facturas de las que nos podemos permitir.
(extracto del libro El Manifiesto del Caos. 2008)
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