Este es un cuadro díptico con el que me crucé por casualidad y que me resultó muy curioso gracias a la relación cómplice que se establece entre el título y la obra. Se llama Un paisaje desconocido para mí.
A veces pasa, la obra no es técnicamente ninguna virguería pero
la interacción entre el título y lo que puede verse en ella, tiene gancho; a esta forma de realizar propuestas artísticas se la conoce como Arte Conceptual, y aunque nació a finales de la década de los `60 del siglo XX, continúa en pleno auge.
Mi primera experiencia con él tuvo lugar
en el año 2002, la primera vez que visité el Museo Guggenheim Bilbao. Estaba
curioseando en una de sus exposiciones temporales, y
reparé en una obra que me llamó mucho la atención por su ¿¿simpleza?? ; en
realidad casi parecía una tomadura de pelo. No recuerdo quién era el autor, pero la propuesta consistía
en la parte superior de una cabina telefónica: el armatoste donde pones las
monedas, marcas y sostienes el auricular. Éste se encontraba de lado, como si hubiera caído de mala manera sobre una plataforma de unos 45 centímetros de alto, y su única
característica destacable es que era totalmente metalizada, casi parecía un
espejo con forma de cabina. Por supuesto yo no entendí nada al verla y, en un
afán por comprender lo antes posible, me apresuré a mirar el título:
LA FRIALDAD EN
LA COMUNICACIÓN ; que me pareció genial y provocó que sonriese admirada como siempre que encuentro algo ingenioso 😊 Y es que así
son las cosas en la simplicidad maravillosa del Arte Conceptual: conseguir transmitir una idea (a veces compleja) sin mayores aparatosidades, con tal facilidad que hacen que te preguntes que por qué no se te habrá ocurrido a ti. ME
GUSTA 👍
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