Edvard Munch fue uno de los muchos grandes artistas modernos
cuya obra fue declarada “degenerada” por los nazis. Hitler, pintor fallido,
tenía ideas muy conservadoras en materia de arte y alentaba las obras que
promovían la superioridad de la raza aria. Cualquier estilo experimental o que
ignorase los cánones figurativos tradicionales era sospechoso de corrupción
moral y cultural.
En 1937 se organizó en Munich una enorme exposición titulada
Arte Degenerado, que exhibía las obras de los artistas “corruptos” confiscadas
en los museos alemanes. La exposición se burlaba de los cuadros colocándolos
junto a obras de pacientes de manicomios. Los artistas eran en su mayoría
alemanes, pero los había también foráneos como Piet Mondrian o Picasso. La
exposición atrajo a un numeroso público: unos dos millones de personas sólo en
Munich, y muchas más cuando se llevó a otras ciudades de Alemania.
Los artistas “degenerados” no sólo eran objeto de burla, sino
también perseguidos, apartados de sus puestos en las academias de arte, e
incluso a algunos se les prohibió pintar.
Las obras confiscadas a los museos alemanes fueron dieciséis
mil (incluyendo 82 cuadros de Edvard Munch) y se expusieron setecientas de
ellas; gran parte de estas obras más tarde se vendieron o se las apropiaron los
dirigentes nazis, pero algunas incluso fueron quemadas.
En 1940 Noruega sufrió la invasión alemana y, a pesar de que
la fama de Munch se cimentó en Alemania, los nazis, opositores al arte moderno,
proscribieron su obra por considerarla “degenerada” y retiraron muchos de sus
cuadros de los museos noruegos.