Louise Bourgeois (1911-2010) fue una artista nacida y criada en Francia en pleno apogeo del cubismo, que décadas más tarde se trasladó junto a su marido a Estados Unidos.
Aunque a lo largo de una carrera que duró casi siete décadas la artista se cruzó con algunos de los principales movimientos vanguardistas del siglo XX como el surrealismo o el expresionismo abstracto, Bourgeois siempre tuvo una visión propia del lenguaje artístico.
Su trayectoria abarca desde la pintura o el dibujo, pasando por el grabado y la performance, aunque la fama internacional se la debió principalmente a sus esculturas, ya sean de pequeño formato o monumentales, en las que empleó los materiales más diversos para crearlas: madera, bronce, látex, mármol o tejido, y que generaron así un singularísimo universo plástico. En ese universo propio encontramos trabajos de lo más ambiguos con los que Louise Bourgeois parecía intentar exorcizar sus fantasmas infantiles: niñas con pechos como testículos, vaginas dentadas, turgencias que se asemejan a falos o bien a senos, arañas... La autora opinaba -Mi obra perturba a la gente y nadie quiere ser perturbado. La gente no es plenamente consciente del efecto que mi trabajo tiene sobre ellos, pero ellos saben que es perturbador.
La trayectoria creativa de Bourgeois es muy personal con numerosas y recurrentes referencias a una infancia dolorosa, y al mismo tiempo goza de un carácter universal, ya que aborda la ambigüedad agridulce de la existencia humana. Ella misma afirmaba en referencia a todo eso -He estado en el infierno y he vuelto. Y permíteme decirte que fue maravilloso.
Toda la producción de esta artista gira en torno a las emociones provocadas por los recuerdos de su traumática infancia que tuvo como protagonista a un padre contradictorio, engreído, cruel y autoritario que además, al caer su esposa enferma, introdujo a su amante en el hogar como institutriz de Bourgeois y sus hermanos. Sobre aquellos lamentables hechos, la artista hablaba así -De niña, me daba mucho miedo cuando en la mesa del comedor mi padre no dejaba de alardear y se jactaba una y otra vez de sus logros. Cuanto más grande pretendía volver su figura, más insignificantes nos sentíamos sus hijos. Mi fantasía era que le agarrábamos entre todos mis hermanos, le poníamos sobre la mesa, le troceábamos y le devorábamos...
Louise Bourgeois siempre tuvo una vívida memoria de las sensaciones y pensamientos que le generaron aquellos hechos y dedicó su vida a dejarlos salir plásticamente. Así dignificó la figura de su madre mediante una serie de diez enormes y maravillosas esculturas en la que la presencia de su progenitora, en forma de araña, tomó el protagonismo.
A pesar de que la figura de la araña fue un motivo recurrente que apareció por primera vez en varios dibujos realizados por la creadora en la década de 1940, no acabó ocupando un lugar predominante en su trabajo hasta la década de 1990, tiempo en el que fue realizada una serie de diez arañas enormes (podéis ver 9 por aquí) a través de las cuales la artista quiso homenajear así a su madre: tal como una enorme arácnida protectora e incansable tejedora, en directa alusión al oficio que ésta desempeñó en el taller familiar de restauración de tapices.
A pesar de que la figura de la araña fue un motivo recurrente que apareció por primera vez en varios dibujos realizados por la creadora en la década de 1940, no acabó ocupando un lugar predominante en su trabajo hasta la década de 1990, tiempo en el que fue realizada una serie de diez arañas enormes (podéis ver 9 por aquí) a través de las cuales la artista quiso homenajear así a su madre: tal como una enorme arácnida protectora e incansable tejedora, en directa alusión al oficio que ésta desempeñó en el taller familiar de restauración de tapices.
Tengo la suerte de haber disfrutado en vivo de dos de sus
diez arañas: una es Spider, que habita en la exposición permanente del Museo
Reina Sofía desde 1997, y la otra Maman, la ALUCINANTE arácnida que
se exhibe también de forma permanente en el exterior del INCREÍBLE Museo Guggenheim
Bilbao desde 2001. Es precisamente en Maman en la que vamos a centrarnos para
seguir hablando.
Maman es una araña gigante de casi 9 metros de altura datada
en 1999 y elaborada en acero inoxidable, bronce y
mármol. Como una criatura salida de un sueño o un terror infantil que ha
cobrado vida, la escultura Maman transmite una poderosa presencia tanto física como
psicológica que cautiva por completo a quien tiene la suerte de verla y pasear alrededor de sus largas patas. Esta escultura monumental es una de las
obras más ambiciosas creadas en la larga carrera artística de Bourgeois.
El nombre de la arácnida Maman= Mamá hace alusión a la
relación que mantuvieron durante su infancia la artista y su madre. Para Louise Bourgeois, la obra tenía consigo un fuerte significado autobiográfico según
explicaba con sus propias palabras –Mi escultura de la araña es una oda a mi
madre. Ella era mi gran amiga. Al igual
que una araña mi madre era tejedora. Mi familia se dedicaba a la restauración
de tapices y mi madre estaba a cargo del taller.
Como las arañas, mi madre era muy lista pero físicamente no
se encontraba bien, y de niña tuve que cuidar de ella, por tanto la percepción
que tengo de mi madre es la de alguien poderoso y frágil al mismo tiempo, y esa
es la sensación que quise crear en Maman.
En los años cuarenta hice dibujos de arañas; eran presencias
amistosas que se comían a los mosquitos.
Sabemos que los mosquitos transmiten enfermedades y por ello son criaturas
indeseables. Así, las arañas son útiles y protectoras igual que lo era mi
madre.
De este modo, la presencia de la madre a través de la araña, quedaba
representada como protectora y depredadora al mismo tiempo. Estas ambigüedades
se ven intensamente reflejadas en esta Mamá gigantesca que se
sostiene sobre unas patas, en principio de aspecto vulnerable que se asemejan a arcos
góticos, pero que funcionan al mismo tiempo como jaula y como guarida protectora. Para resaltar el aspecto maternal de Maman, Bourgeois
la diseñó con diez huevos hechos en mármol contenidos en un
receptáculo de hilo de acero.
En referencia a todo ello, la artista opinaba así -Provengo de una familia de restauradores. La araña es una restauradora. Si le destrozan la telaraña no se vuelve loca, empieza a tejer de nuevo y la repara-. Por eso, además de la faceta maternal y protectora que Louise Bourgeois veía en este animal, para ella también era un símbolo de la
infinitud de la vida que se renueva constantemente como una tela de araña que
se va tejiendo poco a poco.
Si os apetece ver más esculturas arácnidas de esta fabulosa artista,
entrad en el enlace relacionado 9 arañas de La mujer araña
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Fuentes para la realización de este artículo:
Conferencia Cuerpo, materia, espacio: vehículos de transgresión en la obra de Louise Bourgeois
https://www.youtube.com/watch?v=wurI7IQiURY
Página Web Museo Guggenheim Bilbao
https://www.guggenheim-bilbao.eus/aprende/mundo-escolar/guias-para-educadores/mama
https://www.guggenheim-bilbao.eus/la-coleccion/obras/mama