Es verano. Verano en Madrid. Sé que el verano aquí no es
peor que en Andalucía (lo digo por el
calor horrendo), así que supongo que no puedo quejarme del todo, pero aún así
es pesado y a veces me resulta interminable y desquiciante, sobre todo si
tenemos en cuenta que todavía está por llegar agosto.
Quizás por aliviar el sobreesfuerzo tanto físico como
psicológico que estas circunstancias me causan, me ha dado por Federico, por
ese Federico García Lorca que ya hace cuatro años comenzó a hechizarme y que
está decidido a no dejarme en paz hasta que devore por completo todo lo que tiene que ver con su mundo. Creo que es mi forma de hacerle mío; de convertirle un poco en mí y convertirme yo otro tanto en él.
Su biógrafo más reconocido y erudito, el hispanista Ian
Gibson, dice que una vez que entras en el mundo de Lorca, enloqueces por él y
ya no puedes escapar. Yo no sé si estoy llegando a tanto, pero hay que
reconocer que el tipo es realmente adictivo y fascinante, y es difícil no enamorarse y quedar prendada de su universo.
Por el momento he leído El Romancero Gitano, Bodas de Sangre, La casa de Bernarda Alba, (he visto la versión de esta obra tanto en película como en teatro), también la serie de televisión llamada Muerte de un poeta en la que se narra la vida y el triste final de Federico, y ahora estoy inmersa en el poemario Poeta en Nueva York, e interesada en cantantes que hayan tomado prestadas las palabras del artista para convertirlas en canciones, tal y como por ejemplo hizo el cantaor Miguel Poveda. Viendo esto, ¿puede decirse que ya estoy enloquecida por García Lorca?
Hay cosas que me están sorprendiendo mucho mientras indago
en su figura, cosas que sólo sabía de pasada; como lo de que dibujase mucho con toda
naturalidad desde pequeño; o facetas de las que directamente no tenía ni idea; como que
era un prodigio del piano desde jovencito (hay quien llega a decir que fue
pianista antes que poeta), y que fue un adulto juerguista y vividor a pesar de sufrir, de tanto en tanto, intensas crisis personales tales como la que le llevó a pasar un año (entre 1929-30) en el continente americano.
A mi edad (39) Lorca ya había muerto fusilado por los amigos fascistas de unos amigos fascistas (muy curioso este dato también). De Dolores, su criada de toda la vida, decía admirado que ella conocía tantas historias, que parecía que haber vivido treinta vidas. Yo creo que de Federico y de su legado artístico y personal bien puede decirse algo parecido. Estoy tan fascinada con su vida y obra, que ando diciendo que ¡este hombre ha sido lo más grande que ha parido España!
Y pensar que fue enterrado de malas maneras en una mierda de barranco y que sigue ahí, entre otras cosas, porque sus familiares no dan permiso para sacarle... :-(
Y pensar que fue enterrado de malas maneras en una mierda de barranco y que sigue ahí, entre otras cosas, porque sus familiares no dan permiso para sacarle... :-(
julio de 2018
Si queréis podéis leer las impresiones que me ha causado Poeta en Nueva York pinchando aquí