Esto que a continuación escribo es un poemita que se me ha ocurrido después de leer Poeta en Nueva York e indagar sobre el barranco donde supuestamente Federico García Lorca y unas dos mil personas más fueron enterradas durante la Guerra Civil Española.
Sirvan estas humildes palabras como un pequeño homenaje al gran artista y como cierre al ciclo de entradas que le he estado dedicando en este blog durante el que ya he denominado "mi verano lorquiano". Van por él:
Si pasas por el Barranco de Víznar
dile a Federico García Lorca
que encontré a la luna gritando su nombre;
clamaba versos enloquecidos
como si de un poeta enamorado se tratase.
Yo, sin embargo, tenía un silencio con mil oídos
y treinta lenguas descuartizadas
que manaban pena negra
adentrándose en el corazón
de todos los ahogados por la vida.
Si vas al Barranco de Víznar
cuéntale a Lorca
que cien ranas encapuchadas
se batían en duelo con el cielo,
y cuarenta palomas blancas
rozaban con su cuello
una soga hecha
de margaritas sin cri cri.
Cuando pases por el Barranco de Víznar
dile a Federico ¡rápido!, ¡pronto!
que todos le echamos de menos,
que su ausencia duele
como un amor arrancado de repente,
que su recuerdo no es consuelo,
que sus palabras no son olvido,
que el dolor sigue siendo tan grande
y el sinsentido tan incomprendido,
que un gallo de madrugada
continúa aullando a la luna
por el duende perdido.
agosto de 2018
agosto de 2018