Instrucciones:
1) Coge un montón de variados trozos de papel vacío.
2) Escribe en ellos, cuando de verdad lo necesites, sensaciones, ideas, pensamientos…
3) Introdúcelos en uno o varios frascos (el número depende de ti) que puedas cerrar herméticamente. Haz esto hasta que notes una pulsión interna que te informe de que ya es suficiente.
El resultado de esas tres acciones, en mi caso se convirtió en una obrita ready-made a la que titulé: LOS PENSAMIENTOS QUE NO PUDIERON VOLAR, y que vino a ser una metáfora de todas esas cosas que pululan por nuestro cerebro y que se quedan ahí ya sea por un motivo u otro: deseos, pensamientos inconfesables, apetencias, alguna imagen abstracta, quejas, pequeñas anécdotas, ocurrencias… todo ello evitando intelectualizarlo, realizándolo solo cuando verdaderamente sentí que merecía la pena escribirlo para que no se convirtiera en la tontada que hace la mayoría de la gente con las dichosas redes sociales. Hacía mucho tiempo que quería hacer algo parecido pero dándole un “toque artístico”, y me llevó ocho meses realizarlo.
Aunque es la primera obrita ready-made que muestro por aquí, no es la primera que efectúo;
ya llevo varios años reinventando objetos para hacer alguna de tanto en tanto.
De momento, a la espera de que el mundo consiga normalizarse y acabar con la pandemia,
LOS PENSAMIENTOS QUE NO PUDIERON VOLAR han pasado a ser un elemento anecdótico (estoy segura de que leerlos dentro de unos años va a ser gracioso) y decorativo en mi entorno. Quizás en un tiempo pueda presentarlos a algún certamen.
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