Shintaro Ohata es un artista japonés nacido en 1975 en Hiroshima que combina sus esculturas y pinturas convirtiéndolas en una sola obra de arte. Ohata sitúa las esculturas talladas en polestireno delante de los cuadros y estudia el color y la luz para que, al pintarlas, queden en perfecta armonía y naturalidad con el fondo, creando con ello preciosas ilusiones ópticas que trasladan al espectador a escenas cotidianas dotadas de una atmósfera de realidad hipnótica.
El artista cuenta que todo se le ocurrió cuando comenzó a preguntarse cómo podría recrear una atmósfera o el movimiento en sus cuadros dándoles un toque totalmente diferente.
Muchos espectadores tienden a creer que hay una fuente de luz colocada estratégicamente sobre las obras para dotarlas de esa luminosidad realista y a la vez envolvente que desprenden, pero no es así, es la propia maestría de Ohata la que consigue tal efecto.
El artista explica los motivos que elige para sus trabajos: <<Cualquier escena de nuestra vida diaria, como el amanecer, la belleza de una puesta de sol o el reflejo sobre la lluvia en una carretera mojada se convierte en un algo irreemplazable si pensamos que nunca más podríamos volver a verlo>>.
Es decir, el CARPE DIEM, llevado y convertido en Arte.
Precioso, ¿no? 😉