Eran las fiestas patronales de Torrejón (Madrid), y uno de los eventos de los que podía disfrutarse consistía en una exposición al aire libre de coches Mini. Era sábado a mediodía y, como casi siempre, durante el primer fin de semana de octubre, el sol y calor todavía estaban muy presentes. Había mucha gente alegre por todas partes, realmente el ambiente invitaba a estar en la calle. Mi primo, mi tía, mi madre y yo nos animamos a ver la exposición. Por supuesto yo llevaba la cámara de fotos encima y lo observaba todo tanto por curiosidad, como con intención de captar alguna que otra imagen que mereciera la pena. Fue al asomarme a uno de los Minis para ver su interior, cuando me di cuenta que desde esa perspectiva todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor parecía fundirse y existir al unísono; en seguida me fascinó la sensación de hiperrealidad irreal que me producía. Maravillada por lo que estaba experimentando, le pedí a mis acompañantes que se situaran frente al Mini y se asomaran por el parabrisas para hacerles una foto. Aunque al tomarla me pareció que molaba bastante, no fue hasta por la noche, cuando al verla a lo grande en la pantalla del ordenador, me di cuenta de lo tremendamente bien que se había captado la sensación que yo había tenido por la mañana. Gracias a los reflejos en los cristales, la escena quedó fundida en un todo en el que parece haber presencias muy reales pero irreales a la vez. No se sabe bien lo que está pasado, ni dónde acaban unas ni empiezan otras. Es como si el espíritu festivo de aquella mañana se hubiera manifestado en ese instante. Creo que ni hecho a propósito como un fotomontaje hubiera quedado mejor.
Os dejo por aquí un vídeo relacionado y realizado por mí que colgué en mi Canal de Youtube. Podéis llegar a él simplemente pinchando en la foto.
